Hace unos años, en pleno centro de Granada, en un piso de estudiantes donde residían cuatro jóvenes . Un viernes, dos de ellas se marcharon a sus respectivos pueblos para pasar el fin de semana.
De las dos chicas que se quedaron en el piso, una decidió irse a dormir a casa de una amiga. Eso dejó a la otra sola en la vivienda. Llegada la noche, de repente, se dio cuenta de que se había dejado el pijama en casa y decidió volver a casa para recuperarlo.
Al volver al piso, decidió no encender la luz para no perturbar el sueño de su compañera. Así que, a tientas y con cuidado, buscó su pijama en la penumbra y, tras encontrarlo, se fue de allí sin hacer ruido.
Pero aquí viene lo escalofriante: al día siguiente, cuando regresó, se encontró con una escena sacada de una película de terror. ¡La policía estaba allí! Al entrar, su vista se posó sobre el cuerpo de su compañera tirado en el suelo, cubierto con una sábana. Pero lo que realmente heló su sangre fue lo que vio en un espejo de la habitación: una frase escrita con pintalabios rojo que decía: «SUERTE QUE NO ENCENDISTE LA LUZ.»