Esperándola del cielo

En los cimientos de la misteriosa Casa de Castril, levantada sobre las huellas de un antiguo palacio árabe, se entreteje una leyenda fascinante. Hernando Zafra, secretario privilegiado de los Reyes Católicos, ganó este rincón como recompensa.

En este escenario de pasiones prohibidas, su hija Elvira se enamoró secretamente de Alfonso de Quintanilla, un joven de una familia rival. Noches clandestinas, un paje conspirador y un descubrimiento inoportuno condujeron a una tragedia inesperada. Zafra, interpretando mal la situación, condenó al paje a la horca desde el balcón, sellando su destino con la ominosa frase «Esperándola del cielo».

Elvira, atrapada en un destino desgarrador, optó por un final trágico con veneno. Hoy, la Casa de Castril, ahora el Museo Arqueológico y Etnológico de Granada, susurra la trágica historia a través de los pasillos. Los trabajadores aseguran haber visto el espíritu de una dama joven que deambula, como un eco de un amor prohibido que dejó una marca indeleble en los muros de este antiguo palacio.

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