La Malafollá granaina.
Etimológicamente, proviene del latín ‘follis,’ que significa soplar con el fuelle.
«Malafolla» es una palabra que proviene del barrio granadino del Sacromonte, donde los herreros tenían problemas para mantener el fuego vivo mientras forjaban. El aprendiz encargado de soplar las ascuas se distraía, y el resultado era un forjado defectuoso. El maestro herrero le decía: «niño, estás follando mal, que mala follá tienes». Así, «malafolla» se refiere a tener mal aire o no poder mantener el fuego encendido.
Idiosincrasia sarcástica
En su libro «La malafollá granaína», José García Ladrón de Guevara describe la «malafollá» como una especie de mal humor gratuito que los granadinos expresan sin razón aparente hacia quienes les rodean. Sin embargo, esta actitud no denota mal carácter, mala educación ni animosidad hacia la persona en particular, ni tampoco indica desinterés o apatía. La idiosincrasia de Granada se diferencia de la de otras regiones, ya que en esta ciudad se valora el sentido del humor irónico, el sarcasmo y el humor negro. Los forasteros suelen sorprenderse al principio, pero con el tiempo se acostumbran a la forma de vida y al peculiar sentido del humor de los granadinos, lo que suele llevar a sonrisas y complicidad.